Este pasado 1 de mayo fue el Día Mundial del Trabajo. Por demás conocidos son los hechos que dieron paso a la instalación del mismo en Chicago a finales del siglo pasado, que tras de sí traían, entre otras reivindicaciones laborales, la jornada de trabajo de ocho horas, sustentada en “la regla de los ocho”, que busca la regulación, el bienestar y la salud del ser humano para lo cual deben dedicar ocho horas al trabajo, ocho horas para dormir y ocho horas al hogar y distracciones. Pero tan o más importante que esa regla es pugnar porque todo trabajo se desempeñe en sitios próximos a la idoneidad. La ergonomía es el conjunto de conocimientos científicos aplicados para que en el trabajo, los sistemas, productos de ambientes, se adapten a las capacidades y limitaciones físicas y mentales de la persona que labora. La ergonomía también es la disciplina que se encarga del diseño de los lugares de trabajo, herramientas y tareas, de modo que coincidan con las características fisiológicas, anatómicas, sicológicas y capacidades del trabajador. Busca la optimización de los tres elementos del sistema (humano-máquina-ambiente), para lo cual elabora métodos de estudio de la persona, de la técnica y de la organización. Ergonomía deriva del griego ergon (trabajo) y nomos (ley) y denota “la ciencia del trabajo”. Es una disciplina sistemáticamente orientada que, actualmente, se aplica a todos los aspectos de la actividad humana con las máquinas.
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